viernes, 8 de abril de 2011

Capítulo 2: Teo sienta las bases para una amnistía mundial

Teo se despertó sin sueño. No se hizo el desayuno, y salió a su balcón. Aquel, como era de esperarse, no estaba y Teo cayó (y calló) para siempre. De aquello, se enteraría al día siguiente. No le importó ni le exportó demasiado. Simplemente reanudó su marcha. 
Miró por la bocacalle y comprendió que nadie estaba exento del Braulio profundo que plantea el sinsabor. Nadie mejor que él sabía manejar esa info. Y necesitaba exponerla: Teo necesitaba plantar bases para una amnistía mundial. Lo sentía en su piel y así debía ejecutarse.
Ni bien llegado al Alto Palermo, pidió pista y micrófono:
-Es necesario una calumnia y un fundamento.- dijo a la población en tono subyugante, y agregó- es necesario un mesozoico y un islandés. Y por supuesto, es imperante un petiso.- concluyó.

Teo mandó mil de mails. Mil de faxes. Mil de telegrams. Aileen estaba desnuda cuando escuchó el primer “BEEP”. Teo, por el contrario, vestía todo su guardarropa en una misma prenda y aún así, también escuchó el “BEEP”.
-Buenas noches- dijo Teo –Quiero sentar las bases para una amnistía mundial. ¿Alguien sabe de qué se trata el Monopoly? Pues yo sí.- dijo con esmero.

La gente aplaudió sin parar. Había sido un discurso impresionante, sin precedentes. Los grandes líderes de los países rebeldes como Qwerty o Zxcvb estaban felices. 

La gran conjunción había comenzado. Solo era cuestión de implotar con lo impensado. Explotar lo expropiado. Todo estaba dicho.
Gracias Teo. En serio. Gracias.

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