lunes, 11 de abril de 2011

Cap 428: Teo saca "La" punteada de Pink Floyd en la guitarra, pero fracasa al exponerla frente a la pibita que le gusta en un camping de Tucumán

6 de Febrero de 1997. Camping Pachamama. Tafí del Valle. Tucumán.

A la vera del fogón, muchos jóvenes se divierten, cantan, guitarrean. Algunos fuman drogas socialmente permitidas. Otros se pasan, con extremada cautela, una bolsita que también es droga. 
Entre ellos está Teo, y a su lado una Pibita estudiante de sociología, con algunas rastas en la nuca y una campera Adidas. Teo se siente profundamente atraído por ella.

-Cómo me gusta la música... ¿A vos te gusta la música?- le dice Teo.
- ¿Eh? Si.. me gusta, claro..- responde La Pibita, sin demasiado interés.
-A mi me fascina… De hecho, soy músico.- insiste Teo.
- Ahá.. Mira vos.. ..- le dice sin mirarlo. Luego se refiere a otro miembro de la ronda: –Che Inti, ¿esas son flores? Uy ¿después me pasas una seca que no fumé todavía?-
La pibita recibe el cigarrillo de droga y se lo introduce en la nariz. Luego exhala algunos libros de Galeano.
-Riquísimo porro.- dice La Pibita. Teo la mira atónito.
-Che ¿nadie se sabe la de Pink Floyd?- dice un muchachito.
-Si, claro.- dice Teo muy canchero y agrega: - pasame la viola, man.-
La guitarra se pasa de mano en mano y de pie en pie por todos los integrantes del círculo hasta que llega a Teo.
-Aguanten un toque, que la voy a afinar- les dice a todos.
Teo saca una brújula de su bolsillo y pulsa las cuerdas de la guitarra mientas la observa.
-Sí, esta bien, todas las cuerdas miran hacia el sudeste- dijo y se puso a tocar.
Al inicio, solo rasgueaba con suavidad sobre los acordes de Mi menor y Sol. Lo hacía bien, y la ronda lo observaba con atención. Pero de golpe se detuvo… no podía pensar. Se le empezaron a mezclar los acordes, los conceptos…
Ya no sabía si era Mi menor o si había cumplido más de 18. Ya no sabía si era Mi o Tú. Temía que alguien lo reclamara y le dijera: “¡Ese es mí Mi! Y encima es menor! Abusador!” Dudaba si el acorde de Sol debía ejecutarse de noche, en plena Luna. Sus pensamientos iban y venían a toda velocidad y empezó a transpirar fuerrrte hasta que de golpe y porrazo, tiró la guitarra al medio del fuego y corrió hacia la espesa oscuridad que rodeaba el camping. 
La Pibita y sus amigos sin reaccionar ante lo sucedido, recogieron la guitarra del fuego y, aun en llamas, siguieron cantando felices.

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